domingo, 21 de febrero de 2010

UNA CHIRIGOTA EN SAN JULIÁN
























Sí, no es una broma, la idea está empezando a convertirse en realidad. Hasta Dani ha hecho uan cuarteta del futuro popurrit con la música de la canción del Cola Cao. El Peli será el caja, y el Bigote hará las delicias del Gran Teatro Falla (bueno a lo mejor sólo actuamos en la tómbola benéfica de La Hiniesta, pero por ganas que no quede). Su arrreeeee!! sonará con fuerza seguro en la chirigota, el Iván ya está empezando a promocionar a la agrupación y muy pronto presentará en sociedad el montaíto chorigota, el montaíto de chorizo de toda la vida. Su Eminencia Emilio XIX lo pondremos de figurante, con un poco de suerte se queda dormío y le damos así más realismo a la actuación. El tipo va ser de traje de nazareno, eso sí, sin ningún distintivo de hermandad. Lo mismo vamos de amarillo. Así, desde aquí lanzamos propuestas pa ver que temas podemos llevar en las letras, aunque tenemos un barrio fructífero para ello.
Como hemos dicho antes la gente se ha puesto las pilas y compañeros chirigoteros como Er Morrondo y er Cateto está dispuesto a trabajar gratis diez horas al día haciendo montaítos pa recaudar fondos pa los posibles gastos que a buen seguro ocasionará la chirigota cuando vayamos pa Cádiz. Que tiemble el Manteca y er Merodio. Iván ponte otra!!!

lunes, 15 de febrero de 2010

William Faulkner y la cerveza

Victoria póstuma de Faulkner

El País, 14 de febrero de 2010.
El premio Nobel de literatura norteamericano William Faulkner ha obtenido una victoria, si bien un tanto pírrica, porque, muerto el autor en 1963, no le permitirá remojarse el gaznate, como le habría gustado, puesto que el triunfo tan esperado le llega con décadas de retraso.

En el verano de 1950 el creador del mítico condado de Yoknapatawpha hizo campaña para que en la localidad de Oxford, condado de Union y Estado de Misisipi, se pudiera vender públicamente cerveza, prohibida, como el resto de bebidas más o menos espirituosas, desde los tiempos de la ley seca en los años treinta.

Ahora, por fin, por un 54% frente al 46%, los seres humanos de normal desarrollo intelectual han conseguido poner freno al puritano disparate.

El pastor Rickey Blythe de la Primera Iglesia Bautista (calvinista) de New Albany, comandante en jefe de los abstemios,

se quejaba de que la última vez que se votó, en 1977, habían ganado los enemigos del lúpulo y cebada fermentados, por dos a uno, y que para que se diera el actual resultado había hecho falta que muchos de sus austeros feligreses votaran en favor del desenfreno cervecero.

Faulkner hizo campaña repartiendo folletos en los que se leía: "Por un pueblo de Oxford más libre. Su servidor", en lo que algunos críticos de Nueva York calificaron, con la típica rechifla anglosajona, de "una muestra de su prosa más clara y concisa".

El voto liberador se produjo el pasado 12 de enero y aún tendrán que pasar un par de meses para que la cerveza riegue los hogares de Oxford, e incluso en 2015, la santa y devota intolerancia tendrá de nuevo la oportunidad de secarle la garganta a los nativos. Pero no se crea que los abstemios profesionales no han vendido cara su derrota. Un grupo de ellos, sus fuerzas de asalto, pedían que en caso de victoria del maligno no se pudiera expender la cerveza en botellas, sino sólo en cajas, y a temperatura ambiente, para que el frío no hiciera demasiado gozosala bebida.

La vieja guardia sigue cabalgando, como muestra el hecho de que un tercio de condados del Estado mantenga la prohibición en vigor. Ni aún muerto William Faulkner ha conseguido ganar completamente la última batalla.