lunes, 15 de febrero de 2010

William Faulkner y la cerveza

Victoria póstuma de Faulkner

El País, 14 de febrero de 2010.
El premio Nobel de literatura norteamericano William Faulkner ha obtenido una victoria, si bien un tanto pírrica, porque, muerto el autor en 1963, no le permitirá remojarse el gaznate, como le habría gustado, puesto que el triunfo tan esperado le llega con décadas de retraso.

En el verano de 1950 el creador del mítico condado de Yoknapatawpha hizo campaña para que en la localidad de Oxford, condado de Union y Estado de Misisipi, se pudiera vender públicamente cerveza, prohibida, como el resto de bebidas más o menos espirituosas, desde los tiempos de la ley seca en los años treinta.

Ahora, por fin, por un 54% frente al 46%, los seres humanos de normal desarrollo intelectual han conseguido poner freno al puritano disparate.

El pastor Rickey Blythe de la Primera Iglesia Bautista (calvinista) de New Albany, comandante en jefe de los abstemios,

se quejaba de que la última vez que se votó, en 1977, habían ganado los enemigos del lúpulo y cebada fermentados, por dos a uno, y que para que se diera el actual resultado había hecho falta que muchos de sus austeros feligreses votaran en favor del desenfreno cervecero.

Faulkner hizo campaña repartiendo folletos en los que se leía: "Por un pueblo de Oxford más libre. Su servidor", en lo que algunos críticos de Nueva York calificaron, con la típica rechifla anglosajona, de "una muestra de su prosa más clara y concisa".

El voto liberador se produjo el pasado 12 de enero y aún tendrán que pasar un par de meses para que la cerveza riegue los hogares de Oxford, e incluso en 2015, la santa y devota intolerancia tendrá de nuevo la oportunidad de secarle la garganta a los nativos. Pero no se crea que los abstemios profesionales no han vendido cara su derrota. Un grupo de ellos, sus fuerzas de asalto, pedían que en caso de victoria del maligno no se pudiera expender la cerveza en botellas, sino sólo en cajas, y a temperatura ambiente, para que el frío no hiciera demasiado gozosala bebida.

La vieja guardia sigue cabalgando, como muestra el hecho de que un tercio de condados del Estado mantenga la prohibición en vigor. Ni aún muerto William Faulkner ha conseguido ganar completamente la última batalla.


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